miércoles, 25 de agosto de 2021

CORRECCIÓN DE TEXTOS DE OTROS AUTORES

 



Salió a la venta por Amazon el libro de nuestra amiga, la escritora colombiana Inés de Ávila, titulado "País Extranjero - Cambiaste mi vida pero no mi esencia". Tuvimos el gusto de trabajar en la corrección del texto, la edición y el aporte de textos suplementarios para esta obra, que describe la vida de una inmigrante latinoamericana en países tan diversos como Nueva Zelanda y Alemania, durante casi 17 años.

Útil para aquellos que piensan en buscar una vida nueva en el extranjero, e incluso para aquellos que ya están viviendo lejos de su patria, esta obra incluye -además del relato de una intensa vida personal- las "Siete Claves para transformar las adversidades en valiosos logros" y una lista de los diez mejores países para estudiar y trabajar. Instagram: @inesdeavila.

miércoles, 23 de septiembre de 2020

NOVELAS: LO QUE VENDRÁ

¡YA ESTÁ PUBLICADA EN WWW.AMAZON.COM NUESTRA NOVELA! 



ESPACIO, CIUDAD-ESTADO (Fragmento)

Capítulo II: Las Cuatro Hermanas Cabosuelto y el Joven Fabricante de Gomas de Borrar

             En Espacio todos se conocían. A pesar de que en esa bella ciudad–estado los habitantes eran numerosos, vivían siempre con leguas de distancia entre sí, por no mencionar que las casas eran tan grandes que sus moradores podían pasar semanas sin verse.

            Sin embargo, los Murmuradores de Noticias siempre tenían algo para contar a sus abonados sobre alguna de las cuatro hijas del ex Moralista Estatal Empírico Cabosuelto. Don Empírico estaba retirado desde hacía muchos años, pero el prestigio lo perseguía como una mosca de verano. De allí que sus hijas –cuyas edades ya miraban la cincuentena desde arriba– crecieran con la idea de que pertenecían a una especie de aristocracia híbrida, de clase media: plebeya pero célebre.

            Los aristócratas verdaderos –cuyos patriarcas componían el Alto Senado y eran también gran parte de los Fiscales de la Casa del Elector de Espacio– a veces las aceptaban en sus soireés y conciertos de clavicémbalo, pero la diferencia de clases era evidente. En realidad, las chicas pertenecían a un orden de cosas apolillado desde muchos años atrás. Ya no entendían al mundo y vivían más por instinto que por la comprensión que de él tuvieran. El mundo tampoco las entendía. Más allá de que el habla que las cuatro hermanas solían usar se había extinguido hacía largas décadas en Espacio, en las conversaciones sociales generalmente terminaban haciendo referencia a su afamado padre, y la aburrida atención del oyente tendía a dispersarse con rapidez.

            No hemos mencionado aún sus nombres, que a la sazón no eran infrecuentes en Espacio: Dórica, Jónica, Corintia y Eólica, enumeradas de mayor a menor. Cuando las chicas se dieron cuenta de que la soltería ya estaba adherida a sus vidas, como el prestigio a su padre, decidieron rejuvenecerse mediante el uso de apodos que ellas consideraban divertidos y a los que llamaban “nombres locos”. Desde entonces sólo aceptaron ser llamadas Dora, Juana, Cora y Lola.

            Muchos pensaban que había épocas en que a ellas la mala suerte les rascaba la espalda. Sin embargo no era mala suerte, sino una falla en la perspectiva que ellas tenían de las cosas. Un ejemplo será bienvenido por los lectores de este papiro –personas ejemplares si las hay.

 

            Espacio, como todo el mundo sabe, tiene hermosas playas de guijarros en su borde oriental. Allí fué Cora, a hospedarse en el palacio de verano de un antiguo empleado de su padre. Hizo saber a sus amistades, a su numerosa parentela y a la sección Sociales del periódico de la tarde que necesitaba un descanso, pero en realidad había seguido el consejo de sus hermanas de presentarse en el ponto rocoso para buscar un marido, porque en el fondo Cora renegaba de su celibato. Para ello se preparó concienzudamente: Revistas femeninas (muchas), libros de autoayuda, clases de yoga, equitación y arquería, visitas al astrólogo, al odontólogo, al ginecólogo y al otorrinolaringólogo. Más tarde, desconfiada con razón de su haber intelectual, agregó a último momento charlas con arquitectos, pintores, bardos y tocadores de lira.

            Los Cabosuelto también tenían un dios doméstico, Xenón el Viejo. Xenón venía trabajando en casas de familia desde hacía siglos, si no milenios. Tenía mucha experiencia, claro, pero con los años se había vuelto un tanto aislado; incluso algunas veces se escapaba del trabajo para encontrarse con otros dioses domésticos, y volvía tarde y con olor a bebida.

            Esta situación no amilanó a Cora. Con un mensajero privado mandó a traer al viejo dios a sus aposentos y le pidió que le dedicara algún rito de buena fortuna. Xenón le pidió detalles para perfeccionar su ceremonia, pero Cora se mostró adamantina: prefería una reserva absoluta.

            –No te olvides, doncella de dulce rostro, que aunque mi edad se mide en eras, que no en años, no dejo de ser un dios, y por lo tanto puedo conocer los secretos de los hombres y del Cosmos. Pero puedo también elegir no saber lo que se me pide no saber. Tal es mi altura. De este modo, cualquier ritual que pueda practicar en tu favor –e insistiré: éste es el caso– puede dar resultados más allá de todo cálculo. Dime con tu suave voz, que recuerda los arroyos de primavera, si deseas que no obstante lleve a la práctica mis inestimables servicios.

            –Hazlo ya mismo, noble dios, y mi gratitud será eterna –contestó Cora, inclinándose devocionalmente.

            –Nada es eterno –le contestó Xenón, mientras se iba, ya de espaldas a la mujer, poniéndose un cigarro en los labios. Dándose vuelta, agregó: –Salvo mi Jefe, Quien gobierna el Universo.

sábado, 23 de febrero de 2013

ENGLISH (POETRY)




(GIRL)FRIEND

I’m coming from always
my time is everywhere
I can talk to you whenever you want me to.
The fire of the logs is ready
The autumn whistles in the flavor of the wind
which patiently licks the gold of the afternoons.

There isn’t either any gold to buy us,
and the clepsydra does not urge us.
A minimal coffee or a circulating mate drink
reveals in the penumbra the light of ideas.
Ah the things the dead gods
and the music, the old music
that intoxicates the pure souls.

A visceral love is floating in the thin air
among the vertical fumes of the incense:
the love of the worn pages
of our sacred books
and perhaps one of our own.

The power of our chisel is fabulous:
You magician I alchemist the right formula.
They have come to visit us in anyway
Homer, Baudelaire, Borges, Neruda.

Ah your shelves ah your skin
unequivocal reward of my days.



ALL NIGHT LONG

I look at you
and I look at the sky
for both of you are mysterious and beautiful
There is a jewelry on every night
and in each word a beating heart.
I wouldn’t want to leave
because out of all this talk everything is useless
worldly and empty.
I have a silence to give you:
a small chaos of feelings and one hope.
I taste the cup of the new momentum
the new youth dissipates the shadows of the soul
Today I look like being reborn in your womb
or in your smile.
Come on,
the secrets planets are awaiting
we will surrender our hours to them
for the Order to exempt from oblivion
a probable and expected union of our bloods.


INNER SILENCE

Plic, plic, ideas fall like droplets
into my well.
Plic, plic. I am calm and fine.
Sometimes you make the sea roar
and other times you do not, other times
you're a sweet song in the shadow.

Woosh, woosh, the maples
oaks and pines
have cooperatively formed a carpet
of reddish leaves. They are my dreams
when I dream of you.
Woosh, woosh. I am calm.
Sometimes you’re the gale in the forest
and other times you do not, other times
you’re the dark clouds of my good days.



SNOW IN THE AFTERNOON

This thin white dust,
this cold smoke blowing from the roofs
it´s only dry boredom from the clouds
in the shape of snow.

So the whole city gets enclosed
within a narcotic TV or its sister PC
warming up near a plastic fireplace
chewing plastic food
drinking plastic drinks
creating again the illusion that everything is OK.

Anyway this weather is my climate, you know?
Nature sings with the silent flakes
and nobody is there to listen,
except for me, the lonely guy of the blue cap.

I watch the landscape of the frozen atmosphere
and feel obviously at home,
because the landscape itself
is one of the best parts of my soul.

Through some window I see a young woman reading a book
a real one, made in real paper, beside a real woodfire.
Perhaps she even knows how to use a pen.
She doesn´t look at me, but she thinks of her reading
watching three seconds of the snowfall.
The smells of winter (a chimney, the probable fragrance of her skin, a shared carpet),
portray the beauty of Life.

I like snow. It´s so patient.
It comes when it´s the right time,
whenever I need to remember my own self.

Nature dances among the quiet trees
and the passing, ever-changing unchanging clouds;
but nobody is there to buy a ticket for this show
except for her, reading a book.

(And me, the madman who talks to God).